viernes, 23 de diciembre de 2011

De Tarjetas de Crédito y Bolas de Nieve (I): conoce las tarjetas

Cuando era un crío, recuerdo ir con mi madre a unos famosos grandes almacenes, y al pasar por la sección de juguetes le pedí que me comprara alguno (no recuerdo cual), el caso es que mi madre para disuadirme, y como sólo lo sabe decir una madre, me dijo que no era buen momento, que no tenía dinero. Entonces yo le dije: “da igual mamá, págalo con esa tarjeta de plástico y ya está”.

¿Y ya está? Pues parece que no, luego hay que pagarlo.

Las tarjetas de crédito son una auténtica arma de doble filo. Bien usadas te permiten anticipar compras antes de cobrar o recibir la nómina/pensión o una paga extra, también aplazar compras, y así pagarlas de varias veces, incluso se podría decir que para algunos es una forma de controlar mejor los gastos, ya que se detallan las compras en un solo extracto.

Sin embargo, un mal uso de ellas, y creedme si os digo que es muy fácil acabar usándolas mal, puede ser el comienzo de grandes problemas financieros de muchas familias (esto lo veremos en la segundo y último post sobre tarjetas de crédito).

Antes de nada, debemos decir que un contrato de tarjeta de crédito tiene 5 características básicas (aparte de los datos personales del titular y beneficiarios): 

Límite de Crédito: es el importe máximo de crédito que nos otorga la entidad financiera. Una vez alcanzado, no podremos volver a utilizar la tarjeta hasta que este vaya siendo amortizado. Lo asigna el banco en función de tus necesidades, pero sujeto a tus ingresos, gastos, historial crediticio, etc. 

Comisión de emisión y cuota anual: son las comisiones que te cobra la entidad emisora por la contratación de la tarjeta (emisión) y la renovación anual (mantenimiento). Estas comisiones suelen variar con el tiempo, en ocasiones hay campañas especiales en las que a clientes con nóminas o pensiones domiciliadas no se las cobran. Están alrededor de los 30 euros en formatos estándar (“classic”) y aproximadamente el doble en formatos “oro”. 

Intereses: tenemos el tipo de interés ordinario, que es el tipo de interés expresado en términos anuales que te cobra la entidad cuando aplazas tus compras, y, también tenemos el tipo de interés de demora, que es lo que nos cobran en caso de impago sobre el propio importe impagado

Datos de la tarjeta: cada contrato lista las tarjetas asociadas al mismo, y con los límites asignados del total a cada una de las tarjetas asociadas 

Modalidad de pago: forma de devolver el dinero que utilizamos del crédito que nos conceden
Puntualicemos y desmitifiquemos un tema sobre las tarjetas llamadas “classic” (las normales) y las “oro”. Una “oro” y una “classic” pueden ser del mismo importe, lo que las diferencia es el seguro que llevan asociadas, que cubren incidentes ocurridos en medios de transporte cuyos billetes hayan sido pagados con dichas tarjetas, pues en el caso de las tarjetas tipo “oro”, dicho seguro es del doble de capital que el seguro que llevan implícito las “classic”. El tema del prestigio de una u otra, es un tema de puro marketing, pues he conocido a personas con límites de 12.000 euros en formato “classic”.

Lo que más diferencia a una tarjeta de crédito de otra, lo sustancial, es la forma de pago:

Normalmente las tarjetas de crédito convencionales tienen dos formas de pago establecidas a elegir por el usuario: Aplazado 100%/mensual y Aplazado.

Aplazado 100% o mensual: esta es la modalidad de pago más "sana", pues todas las compras que realices en el mes en curso, te las cargan en tu cuenta corriente en un solo movimiento el último día del mes o el primero del mes siguiente, depende de la entidad financiera. Por tanto, te aplaza el pago de tus compras hasta el final del mes, y esto sin intereses de ningún tipo.

Aplazado: se establece pagar las compras en plazos, y para ello el usuario le indica a la entidad financiera si cada mes quiere pagar el 10, 20, 30, 40 o el 50% del límite del contrato de tarjeta. Por tanto, si tenemos una tarjeta de crédito con un límite de 1.200 euros y hemos elegido un pago aplazado del 20%, como máximo, mensualmente nos vendrán cuotas de 240 euros más intereses. En caso de que el gasto de la tarjeta sea menor al porcentaje establecido, nos cargarán únicamente lo usado más los intereses (si tu gasto no va a superar el porcentaje fijado sobre el límite del crédito, es mejor pasar la tarjeta a pago mensual, para evitar pagar intereses).

Además, existen unas tarjetas que algunas entidades llaman genéricamente de “cuota fija” o “tarifa plana” o “revolving”, aunque comercialmente tienen nombres más pintorescos.

Estas tarjetas “revolving” o de “cuota fija”, están pensadas para compras puntuales, no para el uso cotidiano, pues el sistema es que compres lo que compres, siempre te van a pasar una cuota fija de un importe acordado por el cliente y el banco. Supongamos una tarjeta de crédito con un límite de 3.000 euros y una cuota fija pactada de 90 euros, si hacemos una compra de 1.000 euros, nos cargarán cada mes 90 euros, en donde van incluida una parte para utilizar el crédito consumido y otra de intereses.
La “palabreja” esta de “revolving”, se usa porque según amortizas deuda o crédito consumido, puedes volver a disponer de él, y si por ejemplo usas todo tu límite de crédito, según vayas amortizándolo, puedes volver a disponer del mismo.

¿Por qué estas tarjetas “revolving” no deberían usarse para gastos corrientes? Pues imaginad el caso de hacer la compra del mes, por poner una cantidad, 500 euros de compras, y luego ir pagándola a razón de 90 euros al mes… en unos 6 meses habríamos consumido 3.000 euros y apenas habríamos devuelto 500 euros, por lo que después de 6 meses todavía estaríamos pagando los pepinos (con perdón) de hace un semestre.

El correcto uso de esta tarjeta “Revolving” o de cuota fija es para usarla en una compra esporádica y ocasional de importe moderado, donde para evitar la espera de ir al banco a pedir un préstamo, sobre la marcha puedes comprar tu capricho, pero por lo general es una tarjeta que en caso de que decidamos tenerla, se debe usar con moderación.

¿Se puede sacar dinero de un cajero automático con una tarjeta de crédito? Por supuesto, pero prepárate a llorar, pues aproximadamente te cobran entre un 3% y un 5%, con un mínimo de 3 euros por disponer del dinero, por lo que un reintegro de 60 euros en el cajero automático, te puede salir por 3 euros de comisión, y dependiendo de la modalidad de pago (aplazado y cuota fija), tendrás que pagar intereses por ese dinero que has sacado a crédito.

En el tema intereses, como todo, las hay muy caras y otras más económicas. Antiguamente, cuando las cajas de ahorros eran cajas de ahorros, éstas solían ser las entidades con mejores tipos de interés y comisiones en tarjetas, sin embargo, hoy en día prácticamente todo el sector bancario en España está conformado por bancos y cooperativas de crédito, además de los establecimientos financieros que comúnmente llamamos financieras, y son estas últimas las que normalmente “estallan” más a sus clientes, con tipos del 25% o más (he visto auténticas exageraciones). El tipo de interés normal medio de las tarjetas de crédito está alrededor del 18%.

En la siguiente parte sobre las tarjetas de crédito veremos qué puede ocurrir cuando se utilizan mal y algunos consejos de utilización.

  
Mr. Fahrenheit

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