Cuando era niño, de vez en cuando, mi padre me llevaba a un salón de recreativas que había cerca de casa. Allí masacraba marcianitos, me hartaba con el Comecocos y me ponía a los mandos de increíbles bólidos de carreras. Hoy en día ese salón recreativo es una zapatería, siento cierta nostalgia cuando paso por esa acera, pero es evidente que las consolas de videojuegos y los ordenadores personales se cargaron el negocio, y muchos de los usuarios prefirieron jugar cómodamente desde casa. Evolucionó el mercado, las preferencias y la tecnología, los diseñadores de videojuegos se adaptaron, así como los fabricantes de las máquinas recreativas, y surgió otro modelo de negocio para todos ellos, aunque por el camino se quedara el cadáver de las recreativas.
Este ejemplo, que me sirve de introducción, no es más que uno más de los negocios que sucumben a la evolución tecnológica. La tecnología cierra unas puertas pero abre otras, siempre ha sido así, y no se pueden crear leyes a medida para proteger modelos de negocio que de forma natural no pueden sobrevivir, sino que hay que adaptarse a los nuevos tiempos y nuevos canales de distribución y aprovecharlos.
Es cierto que la descarga de contenidos protegidos por los derechos de autor suponen una merma de ingresos para alguien, ya sea el distribuidor, el productor, al cine, el autor, la SGAE, etc., es evidente que cuando alguien descarga una película, ha evitado pagar por comprarla o por ir al cine. Pero eso no quiere decir que lo hubiera comprado ese disco o visto esa película en el cine.
Sin embargo, puede ser que no estemos considerando que en muchos casos somos consumidores cautivos de modelos de negocio obsoletos, o al menos con resistencia a adaptarse a los nuevos tiempos.
La industria del cine, música, videojuegos, etc. se basaban en modelos de negocio donde el consumidor obligatoriamente tenía que acudir a los distribuidores o al cine para comprar o visionar el producto final, pasando por todos los intermediarios. Pongamos el ejemplo del cine: una vez realizada la película, montada y preparada, si quieres verla, obligatoriamente deberías ir al cine, cuando deja de tener éxito en taquilla, pasa al mercado del vídeo (DVD), luego a las televisiones por cable y finalmente a las televisiones en abierto. Es decir, el camino lo marca la propia compañía, olvidando completamente la evolución de las nuevas tecnologías y las preferencias del público en cuanto a cómo y dónde desea ver esa película, ¿qué pasa con Internet? ¿No es acaso otro canal de venta?
Existe una fuerte y creciente demanda de consumidores que no quieren ver una película en el cine, y que preferirían ver la película tranquilamente en casa y no tener que esperar meses hasta poder verla en su televisor, y encontrarían satisfactorio pagar el importe de la descarga de la página de la productora o de un distribuidor autorizado y disfrutar de ella en su buen televisor de pantalla plana, que en su día nos vendieron con el argumento de que se verían las películas “como en el cine” (todo esto no quita que sigue existiendo muchísimas personas que prefieren verla en el cine), sin embargo, por los cauces llamados “legales” o tradicionales esta posibilidad no existe.
Es decir, el circuito tradicional no responde a la nueva demanda de una creciente masa social que en determinadas ocasiones y para ciertos contenidos audiovisuales, preferirían una descarga autorizada con un precio razonable.
¿Qué es un precio razonable? Bueno, es difícil de construir, pero está claro que no es razonable que un disco de cualquier cantante de éxito con 15 canciones, nos cueste en un centro comercial 15,00 euros y que descargándolo por Internet cueste 0,99 euros cada canción. Eso no es razonable, pues debemos entender que el disco físico tiene una maquetación, gastos de soporte (CD), papel, la caja del CD, transporte, etc., por lo tanto unos costes mayores, y sin embargo la descarga por Internet tiene un coste ridículo para la empresa. Por tanto un precio razonable de los contenidos a través de Internet se debe construir alrededor del coste del productor, y no puede ser el mismo precio para el producto que se descarga en la Red que ir al cine, o el CD físico o el DVD físico.
El empeño de los intermediarios de esta industria audiovisual de forzar a que los canales sean los de un negocio tradicional es entre otros factores los que han acuciado la mal llamada “piratería” de estos contenidos, pues creo que es obvio que hay muchos usuarios que han dejado de ir al cine, o comprar discos, o abonarse a televisiones privadas, es porque prefieren descargar los contenidos de la Red gratuitamente, sin embargo, no se ha entendido que esto es una oportunidad, no una amenaza, y esta es la idea que vamos a desarrollar.
La piratería es una oportunidad, no una amenaza.
Como venimos diciendo, el mercado y las preferencias de los consumidores van cambiando y las empresas se deben ir adaptando para seguir vendiendo y ganar dinero. Pensemos por un momento en la fotografía, hasta no hace mucho cuando querías revelar tus fotos tenías que ir a un laboratorio para revelar tu carrete. Con la aparición de la fotografía digital muy poca gente sigue yendo a los laboratorios a imprimir sus fotos, pues la mayoría lo hacemos en casa. ¿Qué ha ocurrido? El modelo de negocio del revelado y la cámara de carrete no ha sobrevivido al medio digital, a pesar de que cualquier purista diría que la fotografía con carrete era de mayor calidad. El consumidor es el que manda, y decidió que era preferible la comodidad renunciando a algo de calidad. Seguramente ninguno de nosotros recordará ninguna respuesta masiva de asociaciones de fotógrafos, laboratorios, productores de carretes o cámaras protestando por las calles porque su negocio se había ido al garete, asumieron el cambio en la demanda del consumidor.
Muchos dirán, “si todos descargamos películas de Internet (aunque sea legalmente) desaparecerán los videoclubs o los cines”... Es posible, aunque siempre habrá quien prefiera ir al cine, no desaparecerán pero es obvio que habrán menos cines, o menos videoclubs, el mercado se ha de ajustar. Es como el ejemplo de la fotografía, hay menos laboratorios fotográficos, pues sí, pero lo que no se puede hacer es proteger una industria para entorpecer un nuevo modelo de negocio mucho mas eficiente y que tiene una fuerte demanda... Por poner otro ejemplo mundano, es como si las peluquerías se manifestaran por las calles porque en los centros comerciales se venden planchas para alisar el pelo...
¿Qué ocurre con las protestas de los medios audiovisuales? ¿Por qué no asumen el cambio en el modelo o al menos permiten que conviva el modelo tradicional con un modelo de distribución a través de la Red? El quid de la cuestión es que estos intermediarios de la industria audiovisual conforman grupos de presión con capacidad para que los gobiernos creen leyes expresas para proteger sus negocios, de tal manera que hacen uso de esta posición aduciendo las pérdidas para los autores, cuando en realidad estamos hablando, en un gran número de casos, de consumidores que si no fuera por Internet nunca hubieran tenido intención de ir al cine a ver sus películas.
Las grandes productoras y distribuidoras hablan del gran enriquecimiento que tienen a su costa los portales de descargas, etc. Si esto es así, si realmente es tan lucrativo, ¿por qué no hacen ellos el negocio directamente en lugar de los portales de descargas? Volvemos a lo mismo, quieren preservar el modelo de negocio tradicional y su total control, entendamos que en muchas ocasiones, como en el cine, el productor, distribuidor y exhibidor, es la misma empresa, por lo cual no quieren perder el flujo del negocio y los beneficios.
Por tanto, las distribuidoras deberían ver en todo esto una oportunidad, donde en un mismo mercado se ha disgregado la demanda. Por un lado existe el consumidor tradicional y por otro lado el consumidor digital (por llamarlo de alguna manera), por tanto, cada uno tiene su curva de demanda diferente.
El primero, el tradicional, prefiere ir al cine, al videoclub, comprar su CD de su grupo preferido o comprar su último videojuego en el centro comercial. Por tanto, es un consumidor que realmente haya o no haya piratería informática, todo esto no le está afectando.
Por otro lado está el consumidor digital, es muy sensible a precios porque entiende que para el productor o distribuidor tiene un coste muy bajo la distribución a través de descargas o reproducciones online, pues la línea de ADSL, el ordenador, el televisor y hasta el sillón lo pone de su bolsillo el consumidor, y para determinados contenidos prefiere la visualización de cine en casa porque considera que no merece la pena ir al cine para determinadas películas, escucha música online en vez de ir a comprar el CD porque prefiere oír canciones sueltas a tener un album completo, valora poder ver una serie a la hora que le plazca y no cuando la programa el canal de TV y le da igual que un videojuego venga en su caja, carátula y con manual de instrucciones, prefiere bajarlo si eso hace que sea más barato y probarlo en un período de prueba o de demostración.
El problema es cuando productores y/o distribuidores quieren unificar estas dos demandas, y ponen un único precio para ambos canales de distribución, lo cual no tiene sentido porque tienen diferentes costes, y por cierto, uno no se come al otro, pues se trata de productos o servicios bien diferenciados: el cosumidor digital para determinados casos preferirá ir al cine, pues para ciertas películas deseará ir a una sala de cine acondicionada con los últimos sistemas de sonido, o viceversa. Lo que no tiene sentido es que teniendo y queriendo la posibilidad de ver una película online, en casa, tengamos que esperar a que esta salga en DVD o peor aún, esperar a que la pongan en TV. El problema no es que los mal llamados “piratas” quieran disfrutar de estos contenidos audiovisuales gratis, el verdadero inconveniente es que no hay alternativas al cine, al DVD o a la TV, pues se está obviando a Internet como un medio barato y eficiente de distribución de la cultura, y que cuenta con una gran demanda y, por supuesto, los precios actuales no son razonables en la mayoría de los casos.
En conclusión, los derechos de autor probablemente se estén vulnerando con la circulación de contenidos en Internet, pero preguntémonos el porqué. ¿Hay alternativas a los modelos de negocio tradicionales? ¿Esas alternativas digitales tienen precios razonables en cuanto a los costes? ¿Las productoras y distribuidoras están aprovechando estos medios digitales? ¿Si es verdaderamente lucrativo para portales de descarga, por qué no los aprovechan las discográficas, productoras, autores, etc.?
Por último, los ingresos se conforman con una simple ecuación: Ingresos = Precio x Cantidad. Con el modelo de negocio tradicional se trata de maximizar esta ecuación a base de tratar de llevar al máximo los precios y las unidades vendidas. Internet pone en evidencia este modelo de negocio, pues se descubre como un canal de venta eficiente, rápido y que es barato. Los productores y distribuidores no lo aprovechan, queda huérfano o al menos tratan de manejarlo como si de un canal de venta tradicional se tratara, con prácticamente los mismos precios. Esto lleva a la aparición de las descargas “ilegales” de contenidos, los internautas tratan de aprovechar el medio que representa Internet, quedando fuera los productores y distribuidores porque dan la espalda a este nicho de negocio.
Es evidente que subiendo precios se aumentan los ingresos, pero también es posible hacerlo incrementando las unidades vendidas a pesar de rebajar los precios, y esto se hace aprovechando todos los segmentos de consumidores y por tanto explotando todos los medios de distribución posible, como es Internet.
La “piratería” no se acaba cerrando páginas webs o creando leyes específicas para proteger a exhibidores, distribuidores y productores, sino que se resolvería creando un medio eficiente de distribución que responda a la demanda del consumidor digital: precio basado en el coste del producto y no tener que esperar: si es una película, la quieren ver al mismo tiempo que se exhibe en el cine, si es música, oírla ya, si es una serie de TV la quieren ver cuando deseen y no cuando decida el programador, si es un videojuego quieren poder tener un período de prueba o de demostración, etc.
Termino como empecé, el avance tecnológico no se debe entorpecer con leyes, es una oportunidad para difundir la cultura y satisfacer nuevos segmentos de demanda: renovarse o morir.
No puedo estar más de acuerdo con lo expuesto, Mr. Fahrenheit.
ResponderEliminarLas multinacionales podrían crear portales de descargar a bajos precios o gratis y ganarse el inmenso dinero que dicen que se ganan los portales como Megaupload.
Me parece que el mayor problema es que, como siempre, nadie quiere bajarse del burro y todos quieren seguir como están esperando a que el resto del mundo se adecúe a sus preferencias.
¿Cuántas veces no hemos escuchado a un amigo recomendarnos no ir a ver una película al cine porque no merece la pena pagar 6,7 u 8 euros de entrada? Podrían empezar por esforzarse en hacer películas de calidad para llevar al cine y no dedicarse al cine comercial más fácil de hacer y más barato para recaudar.
El cambio está ahí y como bien dices: "hay que renovarse o morir".
Gracias por tu comentario Hayqueber!
EliminarLo veo igual que tu, no creo que hayan muchos jóvenes que vayan muchos fines de semana al cine a 7 euros la entrada, seguramente reservarán ese dinero para ciertas películas, sin embargo a 2 euros se animarían a ver más cine desde casa con el ordenador conectado al TV.
Las grandes distribuidoras, exhibidoras y productoras, le han dado la espalda a Internet como medio de exhibición y distribución, y los mal llamados "piratas" se han buscado la manera de distribuir esta cultura por un medio más eficiente. ¿Cómo ver cine descatalogado? ¿Cómo ver películas en V.O.? ¿Cómo ver las series que no compran las cadenas de TV españolas? ¿Cómo ver series en horarios diferentes al de programación sin tener 4 vídeos grabando 4 canales a la vez?
Evidentemente al no contar con los dueños o autores del material audiovisual surgen las ambigüedades, interpretaciones y líneas rojas legales. Solución: un modelo de negocio de exhibición online en Internet, de pago si les parece, pero no me haga esperar 7 meses para ver una película en mi casa, ni me cobre como si hubiera ido al cine porque estoy en mi salón.
Es un problema de demanda e ingresos: sres. de las multinacionales, maximizar el ingreso no es sólo subir el precio, es también aumentar el número de clientes, y en ocasiones se gana más dinero bajando el precio si los costes marginales de la producción son irrisorios y si con eso se aumentan las unidades vendidas o visualizadas.
Toda la argumentación está basada en una falacia, justificando el pirateo en base a un precio que el consumidor juzga de abusivo. Bien. Si es abusivo, no lo compres. Así de simple, al igual que si te parece abusivo el precio de un cubata, no lo pagas (pero tampoco lo robas)
ResponderEliminarPor otro lado, no existen datos fehacientes que demuestren que si el precio de los contenidos disminuyese, desaparecería la piratería. Más bien al contrario, el pirata siempre descargará gratis y solo gratis antes que comprar.
Por último, esto nos conduce no solo al cierre de un sector industrial. También a la desaparición de los creadores de contenidos, ya que no podrán vivir de su trabajo. (Lo de que al desaparecer intermediarios, vivirían mejor es parte de la falacia, ya que el 100% de Cero es Cero. Y eso es lo que generan los piratas. CERO.
Gracias por tu comentario y por leerme. Lo cierto es que no trato de engañar a nadie con el fin de afectar a nadie, pues no tengo rendimientos ni por unos ni otros.
EliminarLo que expongo es una teoría, puede ser más o menos acertada, es cuestión de puntos de vista.
La base del post no es sólamente que sea desporporcionado el precio de los contenidos digitales, sino que el consumidor prefiere la inmediatez, no esperar al recorrido usual de, por ejemplo, películas que primero tienen que ser exhibidas en cines para poder disfrutarlas meses más tarde en nuestros TV en casa.
Siguiendo tu ejemplo, la cosa no es que pueda o quiera tomarme un "cubata", la cosa es que me gustaría poder decidir si tomármelo en mi casa o en un pub, y si me lo tomo en mi casa no quiero pagar igual que si me lo tomo en un pub.
La prueba de todo ello, o un buen ejemplo, podría ser el caso de "Carmina o Revienta" de Paco León, que tuvo un estreno simultáneo en DVD, cines, Internet y TV a la carta, él decidió dar al consumidor la posibilidad de elegir cómo quería ver su trabajo, y evidentemente cada una de estas formas tenía un precio distinto, ya que no es lo mismo ver una película en un cine que en casa.
Esta película de Paco León, si la ves en el cine (depende de la sala) te puede costar unos 7-8 euros por persona, supongamos una pareja, son 14-16 euros.
La misma pareja, la quiere ver en casa, pues por iTunes: 5,99 euros, sean las personas que sean, como si se juntan doce amigos a verla.
A mi juicio Paco León y su equipo han sabido interpretar mejor las posibilidades de distribución actuales.
Un saludo!
Megaupload gana dinero porque NO PAGA por contenidos.
ResponderEliminarEn realidad tiene ingresos por publicidad y afiliados, pero obviamente todo ello al filo de la legalidad.
EliminarUn saludo y gracias por leerme y comentar.
Y los mismos que crean el contenido ¿tienen que pagar por poner su propio contenido? vaya absurdidez del copyrigth en este caso...
EliminarNo estoy seguro de haberte entendido bien, me imagino que te refieres al canon digital, y si no es eso, discúlpame.
EliminarEl caso es que a las productoras, cuando preparan sus copias para vender sus DVD's y CD's, no les cobran dicho canon, o bien pueden solicitar su devolución.
Un saludo!!