viernes, 16 de noviembre de 2012

Las Huelgas del Siglo XXI

¿Por qué los Gobiernos son insensibles a las huelgas? ¿Es efectiva una huelga? ¿Los ciudadanos deben actualizarse en sus protestas? ¿Qué podría ser más efectivo, o cómo complementar una jornada de huelga para que la presión sea más dura y los gobernantes tomen en serio a los ciudadanos?


Mini-repaso a la Historia
Tenemos constancia de la existencia de huelgas de trabajadores desde los tiempos del Antiguo Egipto, de hecho, un papiro de aproximadamente el 1.165 a.C. ya nos habla de las primeras sentadas de trabajadores reclamando ropa, alimentos y otros enseres básicos.

El desarrollo de las huelgas, es más conocido por las acaecidas durante el mayor auge industrial en los siglos XIX y principios del XX, y como no, las más sonadas, importantes y recientes, las que tuvieron lugar en los años 80 del siglo pasado, contra las privatizaciones de Margaret Thatcher en el Reino Unido.

Unas tuvieron más éxito, y otras menos, pero siempre han servido para poner de manifiesto un problema laboral y/o social de un colectivo, los trabajadores, que penden siempre del eslabón débil de la cadena.

Las huelgas hoy
La estructura prácticamente es la misma que en la época de la Revolución Industrial, algo se ha mejorado, son más cívicas y se sirven de las nuevas tecnologías para transmitir con mayor rapidez y contundencia los mensajes, pero la estructura es idéntica.

Habitualmente las huelgas tienen una fase de información previa a los trabajadores, que normalmente en España son los sindicatos los que se encargan de realizar. Suelen anticiparse unos meses a la convocatoria del día de paro laboral.

El día de la huelga, hay trabajadores que deciden sumarse a la protesta y otros que no. Los sindicatos forman los llamados "piquetes informativos", que se deben encargar de informar a los trabajadores que ese día hay convocada una protesta en forma de paro laboral. En el mismo día, más bien por la tarde, en una manifestación donde se reúnen los trabajadores, hayan o no trabajado, para manifestar el rechazo o los motivos de la huelga convocada.

¿Cómo deberían ser las huelgas del siglo XXI?
Vivimos en una sociedad de consumo exacerbado, y donde a su vez nos encontramos sobre-endeudados, por lo tanto con la ciudadanía entrampada e imbuida en un círculo vicioso de dinero que no sabemos parar: necesitamos trabajo con el fin de conseguir dinero para pagar, y continuar pagando para seguir viviendo, para poder seguir trabajando...

La mayoría hacemos verdaderos sacrificios para participar en las jornadas de huelga, ya que se nos descuenta un día de salario, lo cual es vital para hacer cuadrar las cuentas de la unidad familiar: pagar hipotecas, alimentos, ropa, luz, agua, teléfonos, comunidad de propietarios, tarjetas, préstamos y un sin fin de cosas que hemos considerado necesarias.

En un principio las huelgas tenían mayor éxito por dos razones:

1. Se realizaban contra un sector o un patrono concreto, lo cual tenía una importante repercusión social y económica contra los dirigentes de dichas empresas o fábricas.

2. El seguimiento tenía una mayor proporción de la que está teniendo hoy en día, básicamente porque hoy los propios medios desinforman a los ciudadanos, se dividen las opiniones, y estamos en la "sociedad del miedo", donde los trabajadores tienen pánico a las represalias o a perder su fuente de ingresos. Además de esto, los "piquetes informativos" del s. XIX no tienen nada que ver con los de ahora... aquello era, dicho finamente, algo más rudo.

En fin, las huelgas de hoy deben dar un paso más, y se debe profundizar en conceptos simultáneos a la Huelga Laboral, y deben afectar a la economía del mundo actual de una forma más clara:

- Huelga de Consumo: principalmente que afecte a las grandes compañías y corporaciones como las eléctricas, grandes superficies, bancos, etc. Debería ser continuada en el tiempo, no vale con un sólo día, sino por un espacio de tiempo de mínimo una semana. En ese tiempo, deberíamos consumir lo básico, menos electricidad, menos alimentos superfluos y comprarlos en pequeños comercios (volver a las "judías con chorizo", a la fruta y al tapper en el trabajo), no comprar vestuario nuevo, no usar tarjetas de crédito, el teléfono móvil para lo justo o esperar llegar a casa, no ir a cines tipo multisalas, usar más transporte público y menos respostar en estaciones de servicio o juntarnos 4 en el mismo coche, llevar a nuestros hijos a hacer deporte, o al monte, a la playa, enseñemos deporte o la naturaleza y dejemos de lado tanto centro comercial, tiendas, etc.

En definitiva: ¿no estamos en una sociedad capitalista y consumista? El mayor daño que se puede hacer a la estructura económica de un país del siglo XXI es dejar de consumir.

- Saturar las Redes Sociales con denuncia ciudadana: las redes sociales deberían, en ese espacio de tiempo, saturarse de mensajes de indignación, poner al descubierto los excesos de los políticos, de los grandes empresarios, aunque sea del pueblo más pequeño del país, no importa, el mensaje debe ser: "te hemos elegido para que gestiones nuestro dinero, nuestro futuro, nuestro bienestar, por ello te estamos vigilando".

Entre todos podemos construir una red de información, para que se sepa que, mientras nos "apretamos el cinturón", otros se gastan 1.000 Euros en vino, y probablemente sea con el dinero de nuestra factura de la luz, o el de la hipoteca, o con el recibo de nuestro IBI o el IRPF. Si se pueden permitir esos excesos, es que el recibo de la luz, la hipoteca o los impuestos, se podrían bajar, ya que les está sobrando para derrochar en lujos desorbitados.

- Reprobar públicamente el comportamiento de los gobernantes y presidentes de multinacionales: éstos que sólo se acuerdan de los ciudadanos durante las campañas electorales o cuando envían cartas a sus clientes, son personas, muy ambiciosas, pero son personas, por lo que si nos los encontramos por la calle, en el restaurante, en una feria, actos, o en cualquier sitio, con educación, sin perder las formas, sin violencia, decirles a la cara lo que pensamos de ellos o recordarles sus promesas incumplidas y sus comportamientos moralmente reprochables.

Entendamos que hemos confiado la gestión del país en unas personas, las que sean, que no se trata de un cheque en blanco, nosotros somos sus jefes, y cuando lo hacen mal, como harían nuestros jefes en nuestros trabajos, debemos decírselo, no sólo en manifestaciones a las cuales se han insensibilizado, sino a la cara. Basta ya de idolatrar a políticos sin currículum o hechos a base de favores y amigos.

- Dejar de pagar el Euro por receta en Cataluña y Madrid como acción coordinada de la ciudadanía: sólo tienes que manifestar que no lo vas a pagar y llevar una fotocopia de tu DNI, rellenas un impreso y ya está. Lo mismo se podría hacer con los peajes, impuestos abusivos, etc., pero siempre de forma coordinada, para que sea una situación masiva de desobediencia civil.


En definitiva, creo que se pueden buscar muchas otras medidas ciudadanas que, sin vulnerar leyes, derechos u obligaciones, podrían tener un efecto expansivo mucho mayor y paralelo a una huelga de trabajadores, ya que tendría un alcance más potente, con mayores efectos económicos y sociales. ¿Qué otras medidas ciudadanas se te ocurren (sin ser violentas o ilegales)? Apórtalas en los comentarios del post.

Las huelgas no están pasadas de moda, pero necesitan actualizarse y analizar los efectos reales que producen y cómo conseguir una mayor participación ciudadana para que el compromiso sea mayor y haga replantearse algunas decisiones a los gobernantes y dirigentes.

Mr. Fahrenheit


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