jueves, 13 de junio de 2013

La cuenta, por favor

En más de una ocasión hemos comentado y leído acerca de formas de ahorrar de una manera activa: reciclando, dosificando el uso de productos y servicios, controlando nuestros impulsos compulsivos de consumidores, etc.

Pero además de los mil y un consejos que podemos dar y recibir, aprender, investigar y poner en práctica para reducir y economizar nuestros gastos hay uno que es de sentido común, la observación.

Os voy a poner tres ejemplos sencillos, con los que todos entenderéis lo que quiero decir:


1  1. Vamos al supermercado “X” porque vemos que hay una oferta, la verdad que es una muy buena promoción (la que sea: un dos por uno, el segundo a mitad de precio, descuento del 20%, …), pero la oferta que vemos tan interesante en el expositor de los productos, cuando vamos a pagar, no nos la aplican en nuestra factura, ¿por qué? Pues en ocasiones, la codificación informática de la oferta no se ha realizado correctamente, de tal manera que los precios que vemos en los carteles y etiquetas no se corresponden con lo que finalmente nos cobran en la factura.

Evidentemente, hay una gran mayoría de consumidores que no prestamos atención a la factura, ni la revisamos, se nos pasa por alto, puesto que confiamos “ciegamente” en que si el cartel decía “el segundo artículo a mitad de precio”, nos van aplicar exactamente la oferta, pero, si no andamos con cuidado, en más de una ocasión habremos sido víctimas de un curioso “error informático” que beneficia a la gran superficie en detrimento del consumidor.

Aprovechando este ejemplo, tened cuidado también con aquellos supermercados o grandes superficies cuando al llegar a caja y cobrarnos por varios artículos iguales, multipliquen manualmente en vez de pasarlos uno a uno por el lector de códigos de barras, pues en alguna ocasión lo que eran "3" packs de leche se han convertido en "33"... ¡mucha atención!

2. Nos vamos en familia al restaurante “X”, somos muchos, es una celebración, cena, almuerzo, con amigos o familia, unos piden al maitre o camarero por un lado, otros por otro, total, que al final realmente no sabemos lo que ha pedido el resto de comensales. Llega la hora de pagar, nos ponen la cuenta sobre la mesa, y a pagar.
También en estos casos, en más de una ocasión, al revisar la cuenta me he encontrado con alguna sorpresa: una botella de vino de más, un par de cañas que nadie pidió, una ración que nadie comió o refrescos y postres desconocidos.

La mayoría pasamos esto por alto, pagamos sin cuestionarnos el detalle, o dividimos la cuenta y a pagar. Hay que mirar esto bien, no pasa en todos los establecimientos, pero ocurre. ¿Es frecuente? No diría tanto, pero por error, despiste, o mala fe, en más de una ocasión he tenido que hacer rectificar la cuenta en un restaurante, incluso en una cena o almuerzo con 2,3 ó 4 comensales.

    3. Último ejemplo: llega el momento de cambiar los neumáticos de nuestro coche. Por aquello de que es relativamente nuevo, lo llevamos al taller del concesionario oficial, pues nos han atendido muy bien en las revisiones periódicas. Nos dicen que tienen una muy buena oferta, y que por un precio muy asequible nos realizan el cambio, de hecho nos confirman el precio de cada neumático, y es realmente competitivo.

Les dejamos el coche, y cuando volvemos a recogerlo: ¡oh, sorpresa! La factura se ha multiplicado por dos, ¿cómo es posible? Esto se debe a que el taller nos ha informado del precio del neumático, pero no nos han dicho nada sobre la mano de obra, ni del alineamiento, el no sé qué del eje, etc. Por tanto, en estos casos, lo mejor es pedir un presupuesto previamente pues lo que inicialmente iba a ser una ganga, podemos “acabar pagándolo con un riñón”.


En fin, el ahorro no es sólo cuestión de realizar acciones concretas sobre determinados gastos o hábitos, sino también cuestión de observar y controlar lo que ya hemos realizado, podemos aprender mucho de nuestras facturas y de realizar una correcta lectura de las mismas. Por ello, siempre os recomiendo quedaros con las facturas, leerlas y sacar alguna conclusión, pues la experiencia y aprender de nuestros errores puede ser tan importante como cualquier acción directa sobre nuestros gastos y hábitos de consumo.

Mr. Fahrenheit

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2 comentarios:

  1. Buenas!! Que razón tiene Mr Fahrenheit, no hay mejor manera de ahorrar unas pelas que la observación sobre los gastos, viendo si de verdad son necesarios o no,si nos lo han aplicado bien, si tenemos que cambiar de super, compañía etc... y es que con lógica, sentido común y sin excesos, nuestras pequeñas economías pueden aguantar el tirón.

    http://nuestroturnodepalabra.blogspot.com.es/

    Un saludo.

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    Respuestas
    1. Gracias Marcelo, por la lectura y comentar. Aprovecho para recomendar el blog "Nuestro Turno de Palabra", con interesantes artículos de opinión sobre la actualidad.

      Un saludo!

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